Hubo un tiempo en que el dominio del mundo digital por parte de la Generación Z se consideraba algo natural.
Sin embargo, un estudio reciente de la agencia de empleo LaSalle Network muestra que la asombrosa mitad de los graduados que se incorporan al mercado laboral no se sienten preparados tecnológicamente, lo que da lugar al concepto de vergüenza tecnológica y a la brecha tecnológica generacional.
El 20% de los trabajadores de la Generación Z se sienten juzgados cuando se enfrentan a dificultades técnicas, frente a sólo el 4% de las generaciones anteriores, según una encuesta de HP.
Y cuando se encuentran en esa situación, los empleados de la Generación Z son diez veces más propensos que sus colegas de más edad a experimentar un sentimiento personal de vergüenza ante esta situación.
¿Una de las razones? De la misma manera que las nuevas tecnologías pueden a veces desconcertar a las generaciones mayores, la Generación Z tiene lo contrario: no está expuesta a las tecnologías más antiguas.
He aquí el término: “vergüenza tecnológica”.
Pero, ¿por qué la generación más digitalizada tiene miedo a la tecnología?
Entender la vergüenza tecnológica: ¿Un nuevo fenómeno?
La vergüenza tecnológica, acuñada por HP, refleja el sentimiento de incapacidad que sienten los trabajadores más jóvenes cuando manejan herramientas básicas de oficina (PDF).
Sin embargo, no se trata de un sentimiento exclusivo de la Generación Z: la gente lo ha experimentado cada vez que un nuevo aparato entraba en el espacio de trabajo.
El verdadero enigma es: ¿por qué afecta más a la Generación Z? Analicemos el dilema tecnológico de la Generación Z.
- Expectativas desajustadas Contrariamente a la creencia popular, la Generación Z no es universalmente analfabeta en tecnología. Son expertos en aquello con lo que han crecido: smartphones, aplicaciones y servicios de Internet. Recuerde que alguien nacido en 2001 probablemente nunca ha tenido la oportunidad de ver un disquete en persona, rara vez utiliza una impresora o se pregunta qué es un reproductor de casetes en un coche (¿es una base para el iPhone?).
- Estereotipos mediáticos: Gracias a segmentos en programas como “The Ellen DeGeneres Show”, los jóvenes que se enfrentan a la tecnología antigua se convirtieron en el hazmerreír. En lugar de reducir las diferencias generacionales, las exacerbaron.
- La naturaleza cambiante de los empleos básicos: Los puestos de nivel inicial ya no consisten en tareas básicas como la introducción de datos o la organización de documentos físicos. Ahora exigen una mayor cualificación, lo que ejerce una presión excesiva sobre los recién llegados.
- Cambios inducidos por la pandemia: Muchos miembros de la Generación Z empezaron su carrera profesional encerrados, la ausencia de interacciones cara a cara dificultó la incorporación y el aprendizaje práctico.
- Ansiedad ante el primer empleo: ¿Recuerdas los nervios de tu primer trabajo? Ahora imagínate que a eso le sumas la ansiedad por la tecnología en un mundo hiperdigital. Esa es la difícil situación de la Generación Z.
Vergüenza tecnológica: No es una exclusiva de la Generación Z
Merece la pena señalar que, aunque la Generación Z esté a la cabeza de los debates sobre la vergüenza tecnológica, no es la única. Muchos se enfrentan a retos tecnológicos, independientemente de su edad.
Sorprendentemente, el 25% de los jóvenes trabajadores estadounidenses se sienten abrumados, no por sus tareas, sino por ayudar a sus colegas de más edad con problemas tecnológicos.
El panorama general indica una necesidad acuciante de formación tecnológica adaptada a todos los grupos de edad.
La brecha tecnológica generacional: una mirada más de cerca
Sorprendentemente, el quid de la «vergüenza tecnológica» también puede estar relacionado con una brecha tecnológica generacional más profunda.
Mientras que los Baby Boomers y la Generación X crecieron siendo testigos de la evolución gradual de la tecnología, la Generación Z fue empujada a un mundo ya centrado en lo digital.
Esto significa que, mientras que las generaciones mayores han tenido experiencia tanto con herramientas analógicas como digitales básicas, la experiencia de la Generación Z es principalmente con interfaces avanzadas y centradas en el usuario.
Además, la rápida progresión de la tecnología en las dos últimas décadas significa que incluso las herramientas y el software que prevalecían hace diez años parecen anticuados para el individuo medio de la Gen Z.
Por otro lado, las generaciones más antiguas tuvieron tiempo de aclimatarse a los cambios tecnológicos lentamente.
Esta disparidad en la exposición a la evolución tecnológica contribuye significativamente a la vergüenza tecnológica de la Generación Z, ya que se espera que entiendan intuitivamente tanto la tecnología antigua como la nueva, incluso cuando su exposición haya sido limitada.
La educación digital en el centro de la brecha tecnológica generacional
Además, no hay que subestimar el papel de la educación.
Según la encuesta de Dell, el 56% de los adultos jóvenes afirma tener una formación digital mínima, lo que pone de manifiesto la desconexión entre las instituciones académicas y las exigencias tecnológicas del mundo real.
El plan de estudios de muchas instituciones educativas no ha seguido el ritmo de los rápidos avances tecnológicos, lo que hace que los graduados se sientan desamparados y poco preparados.
Cada vez son más las voces que reclaman reformas educativas que garanticen que los estudiantes no sólo sean usuarios de tecnología, sino que también sepan utilizarla y comprendan la mecánica que hay detrás de las herramientas que utilizan a diario.
Lo esencial
La brecha digital no es sólo una cuestión de acceso, sino de dotar a todas las generaciones de las habilidades y la confianza necesarias para desenvolverse en su entorno tecnológico.
Para las empresas, abordar esta cuestión requiere comprensión, formación a medida y desmentir los mitos tecnológicos relacionados con la edad, junto con una buena dosis de educación digital.
A medida que la tecnología se desarrolla exponencialmente, es vital que las empresas fomenten un entorno en el que se alienten las preguntas, la formación sea accesible y la vergüenza tecnológica sea cosa del pasado.
Puede que la Generación Z esté hoy en el epicentro del debate sobre la vergüenza tecnológica, pero la solución requiere un enfoque colectivo.
Para la Generación Z, y para todos nosotros, el futuro del trabajo no está en temer a la tecnología, sino en aprovechar su poder.